Un gran saludo en el Señor Jesús.
Pidámosle a Dios que cada día vaya creciendo nuestra fe.
Son semillitas de mostaza, tal vez, pero con el agua de la gracia de Dios, pueden llegar a crecer esplendorosamente y dar muchos frutos.
No nos desanimemos... siempre contamos con la ayuda de nuestros santos para pedir a Dios esas gracias que anhelamos.
... y llenémonos de esperanza aprendiendo de la vida de los santos en nuestro catálogo divino.
¡Vamos a conocerlos!
Los santos que la Iglesia nos ofrece como patronos de este día, 12 de mayo son:
Santos Nereo, Aquileo y Pancracio, Mártires; San Cirilo, Mártir; Santo Domingo de la Calzada, Eremita; San Epifanio de Constancia de Chipre, Obispo;
San Felipe, Diácono; San Germán, Patriarca de Constantinopla; Beata Juana de Portugal, princesa y monja; San Madoaldo, Obispo y Santa Rictrudis, abadesa.
Tenemos para este día la historia de una joven princesa, que prefirió servir al rey de Reyes como monja, que aceptar muchas propuestas de matrimonio para convertirse en reina.
Ella es la Beata Juana de Portugal.
Oremos pidiendo al señor su bendición por intercesión de esta beata llena de convicción y coraje:
Oh Dios, que mantuviste constante en tu voluntad a la beata Juana de Portugal dentro de su familia real y de las vanidades del mundo; te pedimos humildemente que, por su intercesión, tus fieles sepan también prescindir de lo terreno que les impida aspirar a las cosas del cielo. Amén.
Obedecer a Dios antes que a los hombres.
Tal vez fue este el lema de la Beata Juana.
Y para nosotros es una gran lección:
Como cristianos, estamos llamados siempre a reconocer la voluntad de Dios superior a lo que podamos anteponer como importante.
Tenemos que tener nuestra atención alerta para no equiparar los mandamientos de Dios, a los criterios humanos.
El verdadero cristiano se centra primero en Dios, y no deja sus enseñanzas para cuando le convenga, sino que incluso, las defiende y hace de ellas su guía ante las grandes decisiones.
Si como cristianos hemos optado por la vida sacerdotal, consagrada o la matrimonial, es porque antes ya hemos comprendido que nuestra vida sólo tiene sentido cuando tenemos amor y servicio para compartir con los demás.
Pero sólo podemos lograrlo si tenemos claro que lo primero es ser personas integras que han aceptado la llamada a la santidad.
No dejemos que el mundo nos arrebate nuestra vocación a la felicidad.
Beata Juana de Portugal,
Ruega por nosotros.