Que tengan un excelente día.
Sigamos recorriendo las sendas de la espiritualidad por medio de nuestro Catálogo Divino.
En este caminar que vamos realizando juntos, aprendemos muchas cosas.
Los santos nos enseñan a vivir todo con el desprendimiento de las cosas que pasan y no perduran y por ello podían vivir con tranquilidad y libertad.
En este día, por ser lunes siguiente a Pentecostés, se celebra a la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia,
Sin embargo conozcamos a los bienaventurados que se recuerdan el 29 de mayo y aprendamos junto a ellos a caminar ligeros de equipaje:
Algunos de ellos son:
San Alejandro, mártir; Santa Bona de Pisa, Virgen; San Hesiquio de Antioquía, Mártir; San Exuperancio de Rávena, Obispo; San Gerardo de Mâcon, Obispo; Beata Gerardesca, Viuda;
Beato José Gérard, presbítero; Beato Guillermo Arnaud y diez compañeros mártires; San Martirio, mártir; San Maximino de Tréveris, Obispo; San Máximo de Verona, Obispo;
Beato Ricardo Thirkeld, presbítero y mártir; San Senador de Milán, Obispo; San Sisinio, mártir; Santa Úrsula Ledóchowska, Virgen; San Pablo VI, Papa; Beato Rolando Rivi, Seminarista y mártir.
Hoy, conoceremos la inusual historia de una santa que se caracterizó por ser una incansable peregrina, en el siglo XII.
Ella es Santa Bona de Pisa.
Reconocemos que nuestra vida en este mundo es una peregrinación; oremos con esta bella “Oración del Peregrino”, para que podamos hacer de nuestra vida una verdadera experiencia de caminar con Cristo y caminar junto a la Iglesia:
Padre misericordioso del cielo, nos ponemos en tus manos para iniciar esta peregrinación. Dígnate protegernos constantemente, así como acompañaste a tu pueblo Israel en la travesía del desierto. Que experimentemos que eres en verdad un –Dios con nosotros-, un compañero de viaje. Sea tu Espíritu Santo el que nos guíe por los caminos del bien y nos ayude a prepararnos espiritualmente para visitar el Santuario de tu Hijo. María, Madre de los peregrinos, ven con nosotros al caminar. Amén.
La Historia de Bona nos habla de una extraordinaria confianza:
Una fe inquebrantable en Dios que le permitió afrontar los riesgos y las dificultades de sus viajes, con valentía y sobre todo con el sentido espiritual de siempre contar con la presencia de Dios, en su corazón.
No se detuvo por el desafío que implicaba ser una mujer solitaria por aquellos caminos.
Más bien sacó de su riqueza interior femenina, los grandes valores que harían aquellos viajes como una experiencia extraordinaria para aquellos que iba guiando:
Fe, fervor, persistencia, generosidad, sacrificio, valentía, constancia,
Fraternidad, esfuerzo, solidaridad, cuidado mutuo...
También docilidad, escucha de los guías, y sobre todo, un reconocer los propios límites, alejarse de los peligros siendo previsivos, y teniendo compromiso en superarlos para llegar a la meta del camino.
En el camino nos vamos transformando con el paisaje, el cansancio, la experiencia y saboreamos la providencia de Dios a cada paso.
Bona daba todo por el bienestar de los demás y su atención a las necesidades que pudieran presentarse, la hacían ejemplo de una caridad muy activa.
De esto mismo se trata la vida: seguir adelante, fortalecidos con la fe y contando sólo con el momento presente y la buena voluntad de hacer el bien a quien está a nuestro lado.
Así, ligeros de equipaje y cargados de buenas obras, llegaremos llenos de alegría a la Casa del Señor.
Santa Bona de Pisa,
Ruega por nosotros.