Hoy es un buen día, para agradecer al Señor.
Tenemos tantos beneficios y la seguridad de su amor paternal e incondicional.
¿Qué nos falta?
Pues… creer en ese amor con todo el corazón.
El amor de nuestro Padre del Cielo está cargado de paciencia, porque tiene tantos bienes que darnos que necesita que soltemos todas nuestras inseguridades y complicaciones para descubrir la belleza de la vida que nos ha regalado.
Hoy, es ese gran día para reconocerlo. Y los santos nos quieren ayudar a tener confianza en el amor de Dios y a dejar que el Señor nos sane y nos fortalezca con su amor.
Busquemos en nuestro catálogo divino, ¿qué santos en este día nos hablarán del amor de Dios?
En este 4 de junio, recordamos a los siguientes bienaventurados:
San Quirino, obispo y mártir; san Metrófano, obispo; san Optato, obispo; san Petroco, abad;
San Gualtero, abad; santos Nicolás y Trano, eremitas; beato Pacífico Ramati, presbítero religioso;
San Francisco Caracciolo, presbítero; beato Felipe Smaldone, presbítero; beatos Antonio Zawistowski, presbítero, y Estanislao Starowieyski, mártires.
El santo de hoy, se convirtió en fundador de una comunidad religiosa, de una manera muy curiosa… le llegó una carta que era para otro consagrado que tenía su mismo nombre y apellido, pero lo tomó como una señal de Dios y se decidió a ser un instrumento divino para ayudar a gestar esta nueva comunidad.
Es el santo Francisco Caracciolo.
Oremos a este gran apóstol del amor de Dios para que nos dejemos transformar por su acción poderosa:
Oh Dios, Tú has conducido a San Francisco Caracciolo por el camino de la perfección, en la humildad y en el servicio hacia los hermanos, sustentados por una profunda Fe y grandísima Esperanza en los méritos infinitos de tu Hijo, Muerto y Resucitado, y en la fuerza transformante del Pan Eucarístico.
Concédenos, que imitándolo como modelo de vida, consagrada a tu Amor, nos conduzca a ser testimonio creíble, a través de una vida transformada por el Espíritu. Amén.
Es curioso darse cuenta porqué a los seres humanos nos cuesta tanto creer en la sinceridad y la grandeza del Amor de Dios.
Un amor que ha dado todo por nuestra salvación… y sin embargo, nos parece poco, nos parece falto de atractivo.
¿Será que el amor de Dios no nos entusiasma porqué es mayor el compromiso a ser desprendidos, generosos, desinteresados y capaces de ser fieles y sacrificados?
Sin embargo, al dejarnos sumergir en el precioso amor de Dios, su paz, su luz, su dulzura lo trasciende todo, nos abre el entendimiento para reconocer que existimos gracias a su amor.
No nos perdamos de vivir esta experiencia.
Después que descubrimos que somos hijos amados de Dios, todo recobra su sentido.
San Francisco Caracciolo,
Ruega por nosotros.