Que tengan un excelente día en el Señor.
Cada una de nuestras pequeñas cosas le importan a Dios.
Para Él, todo lo nuestro es importante, porque nos ama incondicionalmente.
Del mismo modo cada cosa pequeña que hacemos por amor, con gusto, con dedicación, es como un homenaje a la bondad de Dios.
Así, nuestra santidad se puede ir construyendo desde la sencillez, y sobre todo, desde la autenticidad de lo que somos.
Los santos se llenaron de esperanza y por ello, cada momento se convirtió en una oportunidad de alabar y agradecer a Dios por la vida.
Conozcamos a los santos que en este día, 1 de junio nos inspirarán a ser fieles seguidores de Cristo:
Ellos son:
San Justino, Mártir; San Aníbal María Di Francia, Presbítero y fundador; San Caprasio de Lérins, Abad; San Caritón y compañeros Mártires; San Enecon, Abad; San Floro de Lodeve, Obispo;
San Fortunato de Espoleto, Presbítero; San José Tuc, Mártir; San Próculo, Mártir; San Renan de Quimper, Obispo; San Simeón de Siracusa, Eremita, San Teobaldo Roggeri, laico;
Beato Alfonso Navarrete, Mártir; Beato Juan Bautista Scalabrini, Obispo y fundador; Beato Juan Bautista Vernoy, Mártir; Beato Juan Pelingotto, Terciario Franciscano y Beato Juan Storeys, mártir.
Hay personas cuya vida es un anuncio de la preferencia por Dios, antes que a los beneficios terrenales, uno de ellos es el singular santo de este día.
El es San Teobaldo Roggeri.
Oremos al Señor para que nos dé la gracia de vivir la vida, sencillos y libres como Teobaldo en su imitación de Jesús:
¡Señor, concédeme la gracia de optar por la sencillez de vida para ser más libre interior y exteriormente! ¡Envíame, Señor, tu Santo Espíritu para vivir acorde con las enseñanzas de Jesús, para redescubrir la belleza de la vida, de la creación naturaleza y de las relaciones humanas!
¡Hazme ver, Espíritu Santo, que no tengo que depender tanto de las cosas para ser feliz! ¡Libérame de todas aquellas ataduras y dependencias que me impiden crecer en santidad!
¡Ayúdame a ser sencillo en todos mis gestos y acciones para darme a conocer a los demás como realmente soy con sinceridad, humildad y sin máscaras! ¡Que mi vida sea grande, Espíritu divino, pero apoyada sobre todo en la humildad y en la sencillez de Jesús! Amén.
Descubrir el amor de Dios y dejarse sanar e iluminar por él, es un tesoro que no tiene valor.
Por ello, ya ninguna ganancia se le compara.
Aunque es posible que muchos hayan vivido los beneficios de ser amados y rescatados por Dios, muchas cosas nos pueden distraer en ese propósito de amar a Dios sobre todas las cosas.
El prestigio personal, la seguridad del dinero y los bienes, el sentirse superior a los demás o quedarse estacionado en la contemplación de la propia belleza física o los talentos.
Cualquier cosa se nos puede volver un bloqueo para dejar fluir el amor de Dios y nos llena de codicia por aquellos beneficios momentáneos que no queremos soltar.
Soltemos aquellas cosas y abramos las manos con sencillez a vivir la vida en la presencia de Dios.
No hay que esperar para llegar al cielo.
San Teobaldo Ruggeri,
Ruega por nosotros.