Listen

Description

Inmaculada Concepción de María - 8 de diciembre

Solemnidad

Un gran saludo para todos, lleno de alegría y bendiciones.

Preparémonos para encontrar grandes enseñanzas en las doradas páginas de nuestro catálogo divino, que nos ayudan a fortalecer nuestra fe.

Hoy es un día muy especial para el que nos hemos preparado ayer en casa con la tradicional noche de las velitas...

Pero… ¿Quieren conocer el origen de esta tradición?

Pues vamos a conocerlo en nuestro catálogo divino. Primero, conozcamos a los santos que la iglesia recuerda hoy 8 de diciembre. Ellos son:

San Eucario, obispo; San Macario, mártir; San Patapio; anacoreta; San Romarico, abad; San Sofronio, obispo; San Teobaldo de Marliaco, abad; 

Beata Narcisa de Jesús Martillo Morán, virgen; Beato Constantino, abad y Beato José María Zabal Blasco, padre de familia y mártir.

Las luces de las velitas se encendieron ayer porque nos preparábamos para la gran solemnidad de hoy que celebra: La Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

Sabiendo que María es el mejor camino para encontrarnos con Jesús, pidamos con una parte de una hermosa oración compuesta a María Inmaculada por parte del Papa Francisco, para que ella interceda por la restauración espiritual de nuestras almas:

Al participar de estas solemnidades Oh María, nuestra Madre Inmaculada,

en el día de tu fiesta vengo a ti, y no vengo solo:

Traigo conmigo a todos aquellos que tu Hijo me ha confiado,

en esta ciudad de Roma y en el mundo entero,

para que tú los bendigas y los salves de los peligros.

Necesitamos tus manos inmaculadas,

para acariciar con ternura,

para tocar la carne de Jesús

en los hermanos pobres, enfermos, despreciados,

para levantar a los que se han caído y sostener a quien vacila.

Te agradecemos, oh Madre,

porque al mostrarte a nosotros libre de toda mancha de pecado,

nos recuerdas que ante todo está la gracia de Dios,

está el amor de Jesucristo que dio su vida por nosotros,

está la fortaleza del Espíritu Santo que hace nuevas todas las cosas.

Haz que no cedamos al desánimo,

sino que, confiando en tu ayuda constante,

trabajemos duro para renovarnos a nosotros mismos,

a esta ciudad y al mundo entero.

¡Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios! Amén