San Ambrosio - 7 de diciembre
Obispo
Bendiciones para todos los católicos que día a día quieren seguir los pasos de Jesús.
Estamos a punto de abrir las páginas del catálogo divino, para descubrir cuántos valiosos tesoros encuentra el que deja atrás las ganancias del mundo por recibir las bendiciones de Dios.
Conozcamos a los santos que lograron la gloria eterna y son recordados hoy, 7 de diciembre
Los bienaventurados son: San Ambrosio de Milán, obispo y doctor de la Iglesia; San Agatón, papa; San Antenodoro. mártir; San Eutiquiano, papa y mártir;
San Juan el Silencioso, eremita; San Martín, abad: San Sabino, obispo y mártir; San Teodoro, mártir; San Urbano, obispo; Santa Fara, abadesa y Santa María Josefa Rossello, religiosa y fundadora.
El santo que hoy conoceremos, fue un gran pastor que ha influido mucho en la Iglesia con su sabiduría y su labor pastoral y tenía una gran personalidad con la cual logró atraer a la fe a la ovejita arisca que era en su juventud, San Agustín.
Aprendamos hoy sobre la vida de San Ambrosio de Milán.
Un santo que encontró en el humilde conocimiento de sí mismo y dejarse enseñar por el magisterio de la Iglesia, la fuente de una sabiduría práctica, caritativa e influyente para invitar a otros a cambiar, nos invita a dejar nuestras fragilidades en las manos de Dios para que El las transforme.
Oremos con un fragmento de esta oración de San Ambrosio ofrecida antes de comulgar, para pedir esa transformación:
¡Piadoso Señor Jesucristo!, yo, indigno pecador, confiado en tu misericordia y bondad más que en mis propios merecimientos, me acerco, con temor y temblor, a tomar parte en este banquete suavísimo del altar.
Acuérdate, Señor, del hombre que has rescatado con tu Sangre. Me arrepiento ya de haberte ofendido, y propongo enmendarme en lo sucesivo.
Que este Cuerpo y esta Sangre que deseo tomar, aunque indigno, sirva de remisión de mis culpas, para purificar totalmente mi alma de sus delitos, para ahuyentar los pensamientos torpes, para dar eficacia a las obras que a Ti agradan y finalmente, para firmísima protección contra las asechanzas del enemigo de mi alma y de mi cuerpo. Amén.
Nos enseña San Pablo: Todo lo puedo, más no todo me conviene. Para saber qué nos conviene, Dios nos pide que comparemos nuestras decisiones con sus mandamientos, para saber si son rectas y honestas.
San Ambrosio nos enseña algo muy importante con su vida, haciéndonos recordar el Evangelio que dice que: lo que corrompe al hombre no es lo que entra a su cuerpo, sino lo que sale de su corazón.
San Ambrosio tuvo una gran preparación y experiencia en los asuntos del mundo y sus problemas, y cuando se vio llamado a servir a la Iglesia, se preocupó de aprender lo que necesitaba para vivir de una manera verdaderamente espiritual.
En su sensatez, San Ambrosio equilibró ambas experiencias y se dio cuenta que todo lo que había aprendido podía ser de provecho y bien, si era encauzado según las enseñanzas de Jesús.
Igualmente nosotros, de las cosas que vivimos cotidianamente, podemos sacar valiosas enseñanzas que aumentan nuestra calidad de vida, pero para poder usarlas bien, debemos mantener limpio nuestro corazón que finalmente tomará las decisiones.
Todo es para el bien de las almas que aman a Dios. Amemos a Dios con todo nuestro corazón y de nosotros, siempre saldrán buenas obras.
San Ambrosio de Milán,
Ruega por nosotros.