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San Bartolomé - 24 de agosto

Apóstol

Con alegría les invitamos a llenar su corazón con motivos para querer ir al cielo.

Estamos a punto de dar un paseo por el gran Catálogo divino. Que alegría descubrir que los grandes santos, tuvieron nuestros problemas y dificultades, pero su fe les permitió ver la acción de Dios en sus vidas.

¡Y lo mismo puede pasar con nosotros! No perdamos la esperanza, y llenémonos de optimismo aprendiendo de todos estos amigos de Dios a enfrentar la vida apoyados en el Señor.

Conozcamos entonces a nuestros amigos celestiales recordados en este día, 24 de agosto:

San Audeno de Rouen, obispo; San Bartolomé, apóstol; Santa Emilia de Vialar, virgen; San Jorge Limniota, monje y mártir; Santa Juana Antida Thouret, virgen; San Tación de Claudiópolis, mártir; Beato Andrés Fardeau, presbítero y mártir y Beato Maximiano Binkiewicz, presbítero y mártir

Hoy conoceremos la vida de alguien que mereció un gran elogio de Jesús, que cuando buscó en su corazón, encontró un verdadero Israelita en quien no hay engaño es... San Bartolomé.

Pidamos por todos los que de corazón aman el bien y la verdad, pero aún no hacen parte de la Iglesia, que por medio de la intercesión de este honesto santo puedan encontrar católicos entusiastas y bien preparados que les den a conocer la fe:

Oh, Dios omnipotente y eterno, que hiciste este día tan venerable día con la festividad de tu Apóstol San Bartolomé, concede a tu Iglesia amar lo que él creyó, y predicar lo que él enseñó. Amén.

Una persona que busca sinceramente la verdad siempre termina encontrándose con Cristo. Jesús es la misma verdad y cada vez que nos confrontamos con lo que dice el Evangelio, vamos mirando la calidad de nuestra fe y la fidelidad de nuestro corazón.

San Bartolomé, antes de ser discípulo ya cultivaba su piedad y era una persona conocedora de las Sagradas Escrituras, pero sobre todo buscaba ser muy coherente en su forma de hablar y actuar; esto le facilita mucho conectarse con el mensaje de Jesús y dar el giro a su vida hacia el Evangelio.

Cuando estamos en el camino de crecer en la fe, muchos podemos desconcertarnos porque Jesús va desarmando las ideas equivocadas que tenemos de nosotros mismos, de Dios y del mundo que nos rodea. Y a veces nos aferramos a cosas que no son ciertas, pero nos dan seguridad.

Estos son a veces los mayores obstáculos, para la conversión: no querer dejar a un lado las viejas ideas o peor aún los errores que no vienen de Dios sino del mundo.

Hay que seguir el ejemplo de Bartolomé que obedece a Felipe: Ven y lo verás. Cerciorarnos por nosotros mismos y reflexionar con sencillez cómo Jesús tiene las respuestas para ayudarnos a encaminar hacia una vida de bien y paz de manera real y coherente.

Pidamos a este santo que nos ayude a vivir la sinceridad como un pilar para la fe y para vivir libremente la felicidad.

San Bartolomé

Ruega por nosotros.