San Francisco Javier - 3 de diciembres
Presbítero, religioso y misionero
Les deseamos paz, salud y bendiciones, siguiendo adelante en este hermoso y esforzado camino hacia la santidad.
Qué bello recordar cada día lo valiosos que somos, pues de Dios venimos y hacia Dios vamos.
Con cuánto esmero hacemos a veces nuestro trabajo, ¿por qué no hacer lo mismo con la belleza de nuestra alma?
Por ello nos encontramos aquí, para descubrir junto a las Hermanas Trovadoras, en nuestro Catálogo divino, más secretos de espiritualidad que nos ayuden a alimentar nuestra alma.
Sigamos entonces adelante y descubramos que santos se veneran hoy, 3 de diciembre en nuestra Madre Iglesia:
Se recuerdan a San Francisco Javier, presbítero; San Birino, obispo; San Casiano, mártir; San Claudio, tribuno; San Crispino, mártir; San Galgano, eremita; San Jasón, mártir; San Lucio, eremita;
San Mirocles, obispo; San Sofonías, profeta; Santa Atalia, abadesa; Santa Hilaria, mártir; Santa Magina, mártir; Beato Eduardo Coleman, mártir y Beato Juan Nepomuceno De Tschiderer, obispo.
Hoy conoceremos la vida de un hombre apasionado por Jesucristo, para quien no existieron fronteras para anunciar el Evangelio y es el patrono de las misiones. El es San Francisco Javier.
Fue beatificado en 1619 y nombrado patrón de Navarra en 1621,
En 1622, Francisco Javier fue canonizado por Gregorio XV, juntamente con Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Isidro Labrador y Felipe Neri.
Pío X lo declaró patrono de la Sagrada Congregación de Propaganda Fide en 1904, y Pío XI, patrón de las misiones en 1927.
En medio de tantos desafíos, San Francisco Javier siempre se puso en las manos de Dios, pidiendo con esta oración que lo dotara de valor:
“Oh Dios Todopoderoso, creador de todas las cosas, eres Tú quien me creó, eres Tú quien me dio un alma, eres Tú quien formó mi cuerpo. De Ti tengo, Dios mío, todo lo que soy y todo lo que tengo.
¡Me entrego a Ti, oh mi Señor y mi Padre, con la más completa confianza!
¡Te doy gracias, Dios mío! Te doy mil gracias por concederme la alegría de conocer la fe de la Iglesia y de tu divino Hijo, mi Señor Jesucristo.
Pon en la balanza de tu justicia, por un lado, todos los pecados de mi vida, y por el otro, todos los méritos de la Pasión y la muerte de mi divino Redentor, Jesucristo, tu adorable Hijo, y entonces seré perdonado, seré librado, obtendré la gloria eterna del paraíso. Amén».
San Francisco Javier
Ruega por nosotros