San Juan XXIII - 11 de octubre
Papa
Bienvenidos a nuestro catálogo divino, que con las maravillosas historias de los santos, nos ayuda a descubrir a Dios, caminando junto a nosotros, haciendo de nuestras sencillas vidas, un tesoro maravilloso gracias a la dulzura de su amor.
Hay vidas extraordinarias que nos impulsan a dar un paso más y no dejar de buscar el bien y la verdad.
¡Que hermoso! Conozcamos qué vidas maravillosas nos invita a recordar la Iglesia hoy, Once de octubre:
San Anastasio de Schemaris, presbítero; San Bruno de Lotaringia, obispo; San Cánico de Irlanda, abad; San Felipe, diácono; San Gaudencio, obispo; San Gumaro de Lierre, soldado; San Juan XXIII papa;
San Meinardo de Riga, obispo; Santa María Soledad Torres Acosta, virgen; Beata María de Jesús d'Oultremont, viuda y fundadora; Beato Ángel Ramos Velázquez, religioso y mártir, Beato Jacobo de Ulma, religioso y San Fermín de Uzés, obispo.
Los grandes pastores de la Iglesia deben tener un corazón tan grande que les quepa el mundo entero y ser fieles discípulos de Jesucristo.
Y la historia de los Papas, nos habla de muchos ejemplos de gran santidad.
A un Papa le decían el Papa bueno; esto nos indica que tenía una nobleza de corazón y un amor de pastor misericordioso como el del Padre Eterno. Pues ese papa bueno es San Juan XXIII.
Oremos a este amable pastor que interceda para que renovemos nuestra manera de ver el mundo y vivir nuestra fe:
Dios, Padre amado, que nos diste como Santo Padre a San Juan XXIII, llamado por todos el Papa de la paz y el Papa bueno.
Te pedimos Padre por su intercesión ser portadores en esta tierra del don maravilloso de tu paz y ser por tanto hombres y mujeres de diálogo, comprensión y tolerancia.
Ayúdanos Señor a ver a todos los que nos rodean como hermanos e hijos de un mismo Dios y a buscar en todo momento el entendimiento sin desvirtuar tu luz y tu verdad.
Queremos, como San Juan XXIII, que nos reconozca el mundo entero porque, como discípulos tuyos, nos amamos unos a otros. Amén.
Juan veintitrés quiso ser un buen párroco del mundo, y lo logró, a semejanza de la semillita de mostaza.
Esta semillita, que es la más pequeña, pero alimentada de la tierra fértil de la Iglesia y el agua viva del Evangelio, creció tanto que las aves del cielo pudieron hacer sus nidos en sus ramas, encontrando en el Papa Bueno, un hombre que ayudó a unir, sueños, naciones, culturas, la humanidad entera.
San Juan XXIII
Ruega por nosotros