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San Lorenzo - 10 de agosto

Diácono y mártir

Bienvenidos a dar un nuevo paseo por las páginas del Catálogo divino, donde podemos admirar la vida de los santos de nuestra amada Iglesia y, con ellos, podemos recordar las maravillas que ha hecho el Señor.

¡Qué hermoso! Los santos brillan como estrellas en el cielo, y nos contagian de su alegría y valentía, para vivir la fe y llenarnos de anhelo por disfrutar los bienes del cielo.

Hoy 10 de agosto, nuestra Iglesia recuerda especialmente a San Lorenzo, diácono y mártir; Santa Asteria de Bérgamo, virgen y mártir; San Blano de Dumblan, obispo; Beato Agustín Ota, religioso jesuita y mártir;

Al Beato Arcángel de Calatafino Piacentini, presbítero; Beato José Toledo Pellicer, presbítero y mártir; y al Beato Juan Martorell Soria, presbítero Salesiano y mártir

En este día, recordaremos la vida de un diácono, que vivió apasionadamente su ministerio y con esa chispa de humor propia de su sangre española, dejó su huella con el testimonio de su fe en su martirio, él es San Lorenzo.

Su nombre significa: "coronado de laurel". Los datos acerca de este santo los han narrado San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio.

El testimonio de este santo mártir, nacido en España en la primera mitad del siglo III, está caracterizado por la piedad y la caridad.

El poeta Prudencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatría empezó a disminuir en la ciudad.

San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo.

El martirio de San Lorenzo ha inspirado también obras de arte, dichos populares y poesías. Giovanni Pascoli escribió en la poesía “diez de agosto”:

San Lorenzo, yo sé por qué tantas

estrellas por el aire tranquilo

arden y caen, por qué tan gran llanto

en el cielo cóncavo reluce…

En medio de esta sociedad que huye del sufrimiento, que rechaza conseguir los bienes por medio de esfuerzo propio y autodominio y sobre todo, que hace lo que sea por dinero y pasa por alto con despreocupación los mandamientos de Dios, pidamos a san Lorenzo nos ayude a descubrir siempre qué es lo más importante y oremos con mucha devoción:

Fortísimo Mártir de Jesucristo, San Lorenzo, que, para dar la prueba mayor, que pide el divino maestro de una excelente caridad, ofreciste la vida por tu amado; propiedad inseparable de la divina caridad es anhelar a que ardan todos en amor del objeto que ella ama; pues ves aquí que no es otra mi súplica, encamina tu protección solo a encender mi corazón en el fuego de amor a mis prójimos.

Mira, Santo mío, que hoy llego a ti, desengañado y arrepentido de haber puesto mi amor en las criaturas, no quiero ya poner mi amor, sino en Dios. Por el amor de Dios que arde en tu pecho tan vivamente, te pido que me alcances de Dios, apague en mi alma el fuego de mis pasiones y encienda el de su amor, por toda la eternidad. Amén.

San Lorenzo

Ruega por nosotros