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San Mateo - 21 de septiembre

Apóstol y evangelista

Hoy brilla sobre nuestra vida la luz de la conversión y toca a nuestra puerta una nueva oportunidad para transformar nuestra vida, pues el ejemplo de los santos nos debe mover a buscar con gran entusiasmo ese camino de la santidad.

En el Catálogo Divino hemos compartido la vida de hombres y mujeres que desde sus realidades han luchado por ser mejores, por dar alivio a los pobres y a los enfermos, y, han entregado su vida para hacer el bien en el mundo.

Las Hermanas Trovadoras de la Eucaristía les podemos asegurar que la santidad no tiene NINGUNA PREDESTINACIÓN, y que TODOS estamos llamados y PODEMOS alcanzar la santidad, si dejamos que el Señor actúe en nuestra vida.

Para la muestra, les compartiremos algunos de los nombres de aquellas personas que ya gozan de las alegrías eternas y cuya memoria recordamos en este día 21 de septiembre. Ellos son:

Beato José Vila Barri, Sacerdote y Mártir; San Mateo, Apóstol y Evangelista; Santos Lorenzo Imbert y compañeros, Presbíteros y Mártires; Santa Maura de Troyes, Virgen; San Pánfilo, Mártir; Santa Efigenia, Virgen;

San Alejandro de Baccano, Mártir; San Cadoc de Lan-Carvan, Abad; San Cástor de Apt, Obispo; San Cuadrado de Grecia, Obispo; San Gerulfo de Tronchiennes, mártir adolescente; y el beato Marcos de Mútina Scalabrini, presbítero.

Y… el catálogo divino de este día, será dedicado al santo, cuya fiesta celebramos… Él es San Mateo, Apóstol y evangelista.

De San Mateo, cuyo nombre en hebreo, significa “don de Dios”, “a decir verdad, es casi imposible delinear completamente su figura, pues las noticias que tenemos sobre él son pocas e incompletas”.

Mateo residía en Cafarnaúm, ciudad de una gran importancia comercial por estar situada en la gran ruta recorrida por las caravanas en sus viajes entre Siria y Egipto, y, también, a causa de su proximidad a la frontera que separaba el territorio de Filipo del de Herodes Antipas. Mateo ejercía como recaudador de impuestos en nombre de este último. Tenía como apelativo “el publicano” en quienes se veía un ejemplo de avaricia.

Mateo recaudaba las tasas que los judíos tenían que pagar a los romanos; como todos los que se dedicaban a ese oficio, era despreciado por el pueblo, que lo consideraba cercano a los opresores.

Probablemente Mateo se había acostumbrado a ello; pero un día, cuando estaba sentado en su oficina, oyó una voz diferente. Un hombre le dijo solamente: “Sígueme”. Y él se levantó y lo siguió, para siempre.

De acuerdo con el propio evangelio de San Mateo (9:9) y el de San Marcos (2:14), Mateo se hallaba en su despacho de recaudación de tributos en Cafarnaúm, junto al mar de Galilea, cuando Jesús le dijo:

«Sígueme»

Pidamos con gran fe y esperanza la intercesión de San Mateo, un hombre pecador que al encontrarse con Cristo, encontró la santidad:

Dios, que por la boca de tu bendito Hijo llamaste a Mateo del banco de los tributos, para que de publicano se convirtiese en apóstol y evangelista, danos la gracia para renunciar a toda avaricia y a todo desordenado deseo de riquezas, para que podamos seguir en nuestras vidas al mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

San Mateo

Ruega por nosotros