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Santa María Magdalena

Apóstol de los apóstoles

¡Qué bendición! ¡Hoy estamos invitados a una fiesta! Porque hay más fiesta en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan conversión!

Hoy celebraremos la fiesta de alguien muy especial, que nos pone a reflexionar sobre la forma en la cual, el amor de Dios nos restaura y nos devuelve la verdadera belleza, la que hemos perdido por el pecado: la belleza del alma.

Pero antes de conocer esta gran página de nuestro catálogo divino, escuchemos los nombres de los santos que la Iglesia venera en el día de hoy. Ellos son:

San Anastasio, monje;

Santa María Magdalena, apóstol;

San Cirilo de Alejandría, obispo;

San Gualterio de Lodi, fundador;

San Jerónimo de Pavía, obispo;

San Meneleo de Menat, abad;

San Platón de Ancira, mártir;

Santa Síntiques de Filipos, discípula;

San Vandregisilo de Fontenelle, abad

y el beato Agustín de Biella Fangi, presbítero de la Orden de Predicadores.

Hoy vamos a escuchar sobre la vida de Santa María Magdalena, apóstol de los apóstoles, como la ha llamado Santo Tomás de Aquino, y a quien el Papa Francisco elevó su memoria litúrgica a fiesta.

Su nombre significa: Preferida de Dios. Magdalena se deriva de Magdala, población situada sobre la orilla occidental del mar de Galilea, al norte de la ciudad de Tiberíades.

María Magdalena, con la otra María fueron las primeras en ir al sepulcro el domingo de Resurrección: "Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a ver el sepulcro" (Mateo 28,1) Iban con los perfumes para embalsamarlo... descubrieron así que alguien había apartado la pesada piedra del sepulcro del Señor.

"Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios". (Marcos 16,9) Así, María Magdalena, la mujer convertida en contemplativa, según el Evangelio, fue la primera que vio, saludó y reconoció a Cristo resucitado y ella misma anunció la Resurrección a los apóstoles. Por eso, Santo Tomás de Aquino la llama Apóstol de Apóstoles.

Jesús la llamó: "¡María!" Y ella, al volverse, exclamó: "¡Maestro!" Y Jesús añadió: "No me toques, porque todavía no he subido a mi Padre. Pero ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios" (Jn 20,17)

Indiscutiblemente, el hijo de Dios quiso enseñarnos el alcance de su amor y de su poder redentor, logrando la santificación de una pecadora, de una mujer que vivía sin fe, adentrándola en su infinita misericordia y enviándola a anunciar la resurrección a los Apóstoles. Ese es el camino que todos debemos recorrer: conocer a Cristo, dejarnos transformar por Él y luego ir a anunciarlo con todo el testimonio.

María Magdalena es un gran ejemplo para todos. No se dejó paralizar ni por sus pecados del pasado ni por las opiniones humanas. Creyó de todo corazón en las promesas del Señor y alcanzó la meta.

Oremos con el deseo de llevar siempre la buena noticia del amor de Dios a todos especialmente, dentro de nuestros hogares, donde fuertemente se necesita restaurar la fe y la unión.

Santa María Magdalena, ayúdanos a reconocer a Cristo en nuestra vida, y a demostrar nuestra fe evitando las ocasiones de pecado. Ayúdanos a lograr una verdadera conversión de corazón para que podamos demostrar con obras, nuestro amor a Dios. Amén.

¡Que con el testimonio de esta mujer, la que anunció a los apóstoles la Resurrección de CRISTO! todos nos animemos a contarle a todo el mundo, que ese mismo Cristo sigue vivo y nos acompaña.

Santa María Magdalena,

Ruega por nosotros.