Existimos en comunidades con discursos que suelen invitarnos una y otra vez apagar por la obra de Jesús, pagar su salvación, pagar su entrega y perdón. La fe suele convertirse en un negocio, en la materia prima de gente que vende o que dice vender los milagros de Dios.
Pero Jesús lo que hacía era de gratis. Él no cobraba por lo que daba. Jesús nunca pretendió que sus sanaciones y exorcismos tuvieran algún costo. Su interés era el bienestar de las personas, no el dinero.