“Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.”
2 Corintios 12:7-10 RVR1960
Cuando somos conscientes de nuestra debilidad y permitimos que Dios nos llene con su poder llegamos a ser mucho más fuertes de lo que pudimos haber sido dependiendo de nosotros mismos.
Cuando vienen los obstáculos, debemos depender de Dios, sólo la labor que se cumple en su poder nos hace ser efectivos para El.
Bendiciones