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Jueces 16:26-30 TLA Dice: Al ver cómo se burlaban de él, Sansón le dijo al muchacho que lo guiaba: «Déjame tocar las columnas que sostienen el templo. Quiero apoyarme en ellas».
El templo estaba lleno de hombres y mujeres. Además de los jefes de los filisteos, había en la terraza unas tres mil personas que se divertían viendo a Sansón.
Entonces Sansón oró: «¡Dios todopoderoso, ayúdame sólo una vez más! Los filisteos se han burlado de mí sacándome los ojos, te ruego que me des fuerzas para vengarme de ellos».
Dicho esto, Sansón apoyó sus dos manos sobre las columnas centrales que sostenían el templo, y gritó: «¡Que mueran conmigo los filisteos!» Luego empujó las columnas con todas sus fuerzas, y el templo se vino abajo sobre los jefes filisteos y sobre todos los que allí estaban. Sansón mató a más personas al morir, que las que había matado en toda su vida.

A pesar del pasado de Sansón, Dios escuchó y contesto su oración, destruyendo el templo pagano.
Uno de los efectos del pecado en nuestra vida es quitarnos el deseo de orar. Y esto es lo que vimos en la vida de Sansón que a causa de su pecado descendió en varias ocasiones, pero una oración de confesión y de arrepentimiento fue oída ​por Dios hasta el ultimo momento de su vida.

No permitas que los sentimientos de culpabilidad a causa del pecado te aparten del único medio de restauración. No importa cuanto tiempo hayas estado lejos de Dios, El está listo para escucharte y restaurar esa relación contigo.