Hay personas que siempre dicen que sí.
Y otras que, casi por reflejo, dicen que no.
¿Quién tiene la razón?
La verdad es que los extremos... suelen ser problemáticos.
Pero hay formas más saludables de relacionarnos con estas respuestas tan binarias: el sí y el no.
Si eres de los que siempre dicen sí, cuidado. Es probable que más de una persona se aproveche de tu buena voluntad.
Una alternativa es responder algo como: "Sí, claro, pero déjame revisar mi agenda primero..." o "Déjame consultar con tal persona antes de confirmarte..."
Esto no es poner excusas. Es darte el espacio que necesitas para pensar con calma si realmente quieres decir que sí.
Ahora, si eres de los que suelen decir no a todo, es posible que la gente empiece a dejar de contar contigo, incluso para cosas que sí te interesarían. Quizá podrías cambiar ese no inmediato por una pausa: "Déjame pensarlo un momento..." o "Lo consulto y te digo pronto..."
Así te das tiempo para reflexionar si estás a punto de cerrar una puerta… que en el fondo sí te gustaría cruzar.
Y hay una tercera opción: habla, conversa, expón tu punto de vista, escucha el de la otra persona y, después de eso, decide.
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