Un papá estaba muy preocupado con el comportamiento de su hija, ya que tenía muchos problemas con los compañeros. Aunque su esposa y él trataron de defender a su hija de la mejor manera posible, llegó un momento que no podían negar que ella estaba causando daño a otros niños. Pero, al tratar de hablar del tema con ella, lo negó rotundamente y afirmó que ellos tenían la culpa. ¿Qué hacer?
Su mamá era una mujer muy sabia y recordó algo que hizo con su hermano menor una vez... Habló con la esposa que estuvo de acuerdo y así, toda la familia fue de paseo por el campo.
Una de las materias que más le gustaba a su hija (y que su hijo detestaba) eran las matemáticas, así que la llamó a un lado, mientras los otros dos miembros de esta hermosa familia preparaban el picnic.
"Hija, tú sabes que te quiero mucho."
La hija, con mucha sospecha, respondió cautelosamente: "Claro..."
"Así que si me respondes cuánto es 4 al cuadrado, te regalaré algo."
La niña sonrió y pensó lo fácil que era la pregunta; hizo una pausa como las que veía en las telenovelas y dijo con autoridad: "¡16!"
Con mucho amor y otra sonrisa, la que usa cuando por fin logra convencer a un cliente a comprarle algo, le respondió: "¡Respuesta equivocada!" (acompañado por un timbre que hizo con su voz)
La niña ahora reía abiertamente... No tenía idea que el papá no sabía algo tan sencillo como eso, pero antes que pudiera decir algo, el papá tomó una bolsita de dónde sacó 4 piedras HERMOSÍSIMAS. Su sonrisa desapareció, siendo remplazada por un brillo en los ojos.
"Cada piedra de estas corresponde a algo especial. La roja es el corazón donde están los sentimientos, la azul es la mente donde están los pensamientos, la verde representa las manos o acciones y la blanca, la boca es decir, las palabras." Mientras iba hablando, colocaba cada piedra en el piso, en una formación como si fuera una ola.
Continuó diciendo: "Cuando tu corazón (roja, primera) está lleno de cosas buenas, tus pensamientos (azul, segunda) serán tan positivos, tus palabras (blanca, tercera) alentarán a otros y tus acciones (verde, cuarta) inspirarán a muchos. Tu vida entonces será como una ola que siempre se mueve."
Hizo una pausa un poco larga para que su hija asimilara y entonces tomó las 4 piedras y las colocó en forma de un cuadrado, cerrado, las piedras unas pegadas a las otras.
"Pero a veces pasa que tu corazón no está muy bien, eso hace que tus pensamientos, palabras y acciones no fluyan como deberían, se cierren. Se forma un cuadrado que en realidad es como una cárcel: tu corazón tiene algo malo, piensas algo mal, hablas cosas malas y actúas mal. Los demás te ven así y tú misma te sientes así."
Una pequeña lágrima surgió en los ojos de tu inteligente hija.
"4 al cuadrado tiene como resultado una prisión de la cual no saldrás tan fácil. ¿Qué hacer entonces? Puedes empezar de cualquier lado." Tomó la piedra blanca, apartándola de las demás. "Empieza diciendo algo positivo, aprecia lo que otros hagan aunque veas los defectos, no importa. Entonces naturalmente tus pensamientos empezarán a cambiar (tomó la piedra azul y la separó), estoy seguro que tus acciones serán distintas pues al ver otros de forma apreciativa querrás estar con ellos (y separó la piedra verde). Entonces, tu corazón (separó la piedra roja) podrá sanar."
En el suelo, de nuevo las 4 piedras formaban la bonita ola como antes. Con afecto, reunió las 4 piedras, las volvió a poner en una bolsita y la entregó a su hija.
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