Imagínate una persona que esté caminando por un lugar silvestre, lleno de verde y mucha belleza. De pronto se encuentra a la orilla de un profundo río, cuando oye algo... se voltea y ¡ahí está! ¡Un león!
Inmediatamente el miedo toma cuenta de esa persona, el horror de lo impensable y súbito, algo sacado de una película de terror, ¡justo un león! De forma instintiva, el individuo piensa en lanzarse al río cuando recuerda que no sabe nadar. ¿Y ahora?
Este es el último caso que me afronté de una persona cuyo miedo de algo era impresionante. Yo vi su actitud cambiar, su cara y su vida también. Pero cuando la solución al problema fue encontrada, vino su miedo relacionado con esta, el de que no "sabía nadar".
En situaciones no complejas, PELIGRO y SALVACIÓN son fácilmente discernibles ya que son opuestos entre sí. Pero en situaciones complejas, ¿cuál es realmente el peligro peor: el león o la posibilidad de ahogarse? ¿Cuál es la solución: quedarse quiet@ o nadar, a pesar del riesgo?
En realidad, en situaciones complejas, la lógica no funcionará y, lamentablemente, tampoco la "corazonada" o intuición. Imaginando que este sea tu caso (estoy seguro que no lo es), lo que sí puede darte la capacidad para llegar a una solución, que nunca será definitiva, es alinear tu mente y en lo posible, tu parte espiritual, a tu propósito de vida y tu energía interna. Basado en ese proceso interno, en vez de soluciones, tenemos 3 escenarios posibles que te entregarán victoria, de algún tipo:
* El primer escenario para superar el miedo tanto al problema como a la solución es visualizarte como un ser poderoso y experimentar tu poder interno, posiblemente meditando. A partir de esta consciencia y práctica, toma la decisión de nadar con riesgo o quedarse con el león; cualquiera te dará beneficio.
* El segundo escenario es cambiar tu actitud, a pesar del miedo, despertando tu espiritualidad. No todos los caminos espirituales son iguales, pero si el tuyo incluye a Dios, lo puedes visualizar como alguien que está arriba, en un plano superior al tuyo, quien te orienta qué hacer. Entonces, suéltate... sin cuestionamientos, haz lo que Dios en tu visualización te está indicando.
* Por último, está la posibilidad de que en ambos casos - miedo o solución - perderás algo valioso. Es hora entonces de despedirte de lo que perderás, ejercitando la gratitud profunda y recordando las buenas memorias que mantendrás, a pesar de la pérdida física. Con este proceso interior, naturalmente escogerás la mejor opción.
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