El Papa Francisco insiste mucho en este aspecto: en el evangelio hay una prioridad y esta es la ternura de Dios. Si las personas, mirando a la Iglesia, son golpeadas por el juicio, por la severidad, por la regla y no ven el evangelio, tenemos al menos un problema de comunicación. Misericordia que no significa diluir el evangelio sino hacerlo accesible, creíble, localizable. Sólo una acogida sincera puede convencer a alguien de acercarse al punto de encontrar el evangelio.