La antesala de la traición es siempre la cuantificación del amor. Cuando empiezas a medir el amor, es señal de que algo ha terminado. Tal vez también tengamos este tipo de experiencia. Por ejemplo, empecemos por cuantificar lo que hemos hecho o no por una persona, medimos cosas, tiempo, empezamos a decir “pero yo te hice esto y tú no me hiciste esto”. Si amar significa intercambiar cuantitativamente bienes, entonces este no es el amor de Cristo.