En ese escenario de gente, entre transeúntes y verdugos, ¿quién era la única persona en el suelo? La adúltera, la mujer que pronto sería apedreada. Así es como Jesús elige aterrizar con ella. Se pone a su altura, a su bajeza. Comparte la postura de la condenada, y da una señal en contraste con esa mujer. Estoy allí, estoy contigo, soy como tú.