Son hermosa las primeras palabras del evangelio de hoy que conecta la sinagoga con la casa de Pedro. Es un poco como decir que el mayor esfuerzo que hacemos en la experiencia de la fe es encontrar el camino a casa, a la vida cotidiana, a las cosas cotidianas. Con demasiada frecuencia, la fe parece ser verdadera solo dentro de los muros del templo, pero no se conecta con el hogar.