La Revelación bíblica nos recuerda que todos los seres humanos poseen una dignidad innata al ser creados a imagen y semejanza de Dios. Esta dignidad trasciende las diferencias sociales, culturales y religiosas, y nos confiere un valor sagrado que nos hace inviolables en nuestra esencia. Desde el Antiguo Testamento hasta los Salmos y la literatura sapiencial, se nos llama a defender los derechos de los más vulnerables, mostrando así una conexión intrínseca entre la relación con Dios y el cuidado por los necesitados. La justicia social y el respeto por la dignidad humana son pilares fundamentales de la enseñanza bíblica, recordándonos nuestra responsabilidad de cuidar y nutrir el mundo en el que vivimos.