El Evangelio de Juan 11:1-45 relata la resurrección de Lázaro, uno de los milagros más conocidos de Jesucristo. En este pasaje, Jesús recibe la noticia de que su amigo Lázaro está enfermo, pero decide esperar dos días antes de visitarlo en Betania. Cuando Jesús llega, Lázaro ya ha fallecido y ha sido sepultado en una tumba. Las hermanas de Lázaro, Marta y María, expresan su profunda tristeza y su creencia de que si Jesús hubiera estado allí, Lázaro no habría muerto.
A pesar de la incredulidad y el pesar de aquellos que lo rodean, Jesús se acerca a la tumba y ordena que se retire la piedra que la sella. Luego, Jesús ora al Padre y clama en voz alta, llamando a Lázaro para que salga de la tumba. Para asombro de todos los presentes, Lázaro resucita y sale de la tumba, aún envuelto en sus vendajes funerarios.
Esta narración es un relato poderoso que ilustra la autoridad y el poder divinos de Jesucristo sobre la vida y la muerte. También destaca la importancia de la fe en Jesús y en su capacidad para llevar a cabo milagros y vencer incluso a la muerte. La resurrección de Lázaro es un preludio del propio sacrificio y resurrección de Jesús, que brinda esperanza y salvación a todos los creyentes.
