En Juan 13, 1-15, a ntes de entregar su cuerpo y su sangre en la Eucaristía, Jesús se arrodilla y lava los pies de sus discípulos, uniendo para siempre el sacrificio sacramental y el servicio humilde. No es casualidad que este gesto preceda la institución de la Última Cena: el mismo Cristo que se ofrece como pan partido enseña que la comunión con Él exige comunión en el amor concreto.