En momentos de crisis global, como la pasada pandemia y desastres naturales, la Iglesia desempeña un papel crucial, ofreciendo no solo apoyo espiritual sino también asistencia práctica a las comunidades afectadas. Estos tiempos difíciles revelan la capacidad de la Iglesia para responder de manera compasiva y efectiva, demostrando su compromiso con el bienestar de la humanidad.