Nacho Guevara logró, en su primer trabajo como mesero, lo que nadie nunca había logrado en ese restaurante. Consiguió borrar del sistema todas las órdenes en proceso y causar la madre de todos los caos. “Me sacaron prácticamente a patadas”, me contó en este episodio.
Otra persona habría decidido tirar la toalla y aceptar que la hostelería no era su misión en la vida. Pero no Nacho. Nacho decidió comprar una bandeja para practicar en el patio de su casa cómo cargar los enormes platos de sopa que servían en su nuevo lugar de trabajo. Las cosas no salieron mucho mejor: los platos rodaron por todos lados, la sopa se desparramó y todos los comensales lo miraban incrédulos. Pero entonces ocurrió algo milagroso: el dueño le dio otra oportunidad.
Nacho es hoy día un artista fotográfico y multimedia exitoso, en Nueva York.