Si confiamos ciegamente un una persona, perdemos de vista a Dios.
Primero debe ser Dios, siempre, y luego el líder, pastor o sacerdote. Pero siempre primero, es Dios. Así que hay que poner la mirada en Dios, en Jesucristo, en el Espíritu Santo y con cautela en tu líder.
Siempre alerta chicos porque hay lobos vestidos de ovejas