La “Guía del autoestopista galáctico”, con sus otros libros de la serie, y la película “La Vida de Brian” me enseñaron a reírme hasta de mi sombra. Hasta que la desparición de un planeta puede ser tomada a pitorreo. Lo leo, porque me sigo riendo, cuarenta años después, lo mismo que cuando o leí por primera vez. Que lo disfruten