En el entorno empresarial actual, donde la productividad y la velocidad son altamente valoradas, ha surgido una figura casi incuestionable: el líder ocupado.
Este tipo de liderazgo se asocia con agendas llenas, múltiples reuniones, respuestas rápidas y una constante presencia en el día a día operativo.
A menudo, estar ocupado se interpreta como sinónimo de compromiso, eficacia y liderazgo ejemplar. Sin embargo, esta imagen puede ocultar una realidad menos evidente: la posible falta de enfoque estratégico, la desconexión con el equipo o incluso el desgaste personal.
