¡Hola! Welcome to Spanish in Five. Today, I’ll tell you a story—a story about a grandma, and her will. Here are some of the words I will use: testamento, which means will; manejar, which means to drive; salud, which means health; aretes, which means earrings; joyas, which means jewelry; viuda, which means widow; vajilla, which means tableware; and enfermera, which means nurse.
La abuela tenía 92 años. Pocos alcanzan esa edad. Siempre tuvo muy buena salud. Por ejemplo, cuando tenía 86 años, la abuela todavía podía manejar e ir al supermercado a hacer las compras, sola, sin ayuda de nadie. A los 90 años, la abuela caminaba todos los días en su barrio, unas cuatro o cinco cuadras. Ella era muy activa. La abuela era voluntaria en una organización que ayudaba a los inmigrantes a aprender inglés. A la abuela le encantaban los idiomas. ¡El español era su idioma favorito! Además, la abuela era muy elegante. Se maquillaba todas las mañanas después de hacer ejercicio. A pesar de su edad, siempre llevaba vestidos de colores muy vivos, como el azul o el rosado. También llevaba aretes de plata, collares y pulseras. A veces llevaba un sombrero, pero también le gustaba llevar su cabello blanco suelto.
La abuela era viuda. Ella vivía en una casa grande con seis cuartos, en las afueras de la ciudad. Su esposo era muy rico y le había dejado una gran fortuna que ella heredó. La abuela tenía tres hijas, ocho nietas y dos bisnietos. Todos vivían cerca y cada día la visitaba algún familiar cercano. Pero Pedro nunca visitaba a la abuela. Cuando la abuela le preguntaba a Pedro cuando la iba a visitar, Pedro siempre decía: lo siento, abuela, estoy muy ocupado. El próximo mes, lo prometo. Pero Pedro nunca cumplía su promesa. Además, la abuela vivía con una enfermera y una empleada doméstica que la querían mucho. Los domingos, toda la familia (excepto Pedro) se reunía en la casa de la abuela para una gran cena. Eran más de quince personas, y un chef Italiano preparaba la comida para la familia.
Un domingo después de una fabulosa cena con toda la familia, la abuela le dijo a su enfermera y a su empleada que no se sentía bien. La empleada le preparó un té. La abuela se tomó el té en su cama, le dio las gracias a la empleada y se acostó a dormir. Nunca se despertó. Fue una muerte muy tranquila, y la abuela estaba rodeada de su familia.
La abuela era muy organizada. Por supuesto, tenía un testamento, que había preparado con su abogado. A sus tres hijas les dejó la casa, para seguir organizando reuniones familiares cada domingo. Al chef le dio su vajilla de plata, su cava con finos franceses y sus recetas secretas. Sus joyas se las dejó a su nieta Clara, que quiere ser modelo. A su nieto Alfonso le regaló todos los libros. La abuela tenía una gran biblioteca, y a Alfonso le encanta leer. A su empleada doméstica le dejó sus gatos, pues a la empleada le gustan mucho los animales. A la enfermera le dio una beca para estudiar medicina. La enfermera quería ser doctora. Finalmente, la abuela pidió que el resto de su fortuna fuera dividida en tres partes iguales: una para cada hija. ¿Y a Pedro? A Pedro, la abuela le dejó una nota que decía: “Lo ves, Pedro, el próximo mes, será muy tarde.”