Por la gracia de Dios recibimos la convicción de pecado y la fe en Jesucristo como nuestro Salvador, y tenemos en nuestras manos la obra monumental del Espíritu Santo que es la mismísima Palabra de Dios para instruirnos de forma correcta, ética y espiritualmente, haciendo de cada uno de nosotros, varones y mujeres comprometidos y perfectos, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, para que de la manera que hemos recibido al Señor Jesucristo, andemos arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como fuimos enseñados, abundando en acciones de gracias. La fe es un regalo Divino, pero la convicción es algo adquirido a través del estudio bíblico personal y cotidiano de cada hijo de Dios comprometido con su Salvador.