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Lecturas interpretadas de La Santa Palabra De Dios, Elohim Adonai.

1 Pero Jesús se fue al Monte de los Olivos.   

2 Y al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les enseñaba.  

3 Los escribas y los fariseos trajeron* a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio,  

4 le dijeron*: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio.  

5 Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres; ¿tú, pues, qué dices?  

6 Decían esto, probándole, para tener de qué acusarle. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra.  

7 Pero como insistían en preguntarle, Jesús se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra.   

8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.  

9 Pero al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio.  

10 Enderezándose Jesús, le dijo: Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado? 

11 Y ella respondió: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete; desde ahora no peques más. 

12 Jesús les habló otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.   

13 Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero.  

14 Respondió Jesús y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque yo sé de dónde he venido y adónde voy; pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni adónde voy.   

15 Vosotros juzgáis según la carne; yo no juzgo a nadie.   

16 Pero si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el Padre queme envió.   

17 Aun en vuestra ley está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero.   

18 Yo soy el que doy testimonio de mí mismo, y el Padre que me envió da testimonio de mí.   

19 Entonces le decían: ¿Dónde está tu Padre? Jesús respondió: No me conocéis a mí ni a mi Padre. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.   

20 Estas palabras las pronunció en el lugar del tesoro, cuando enseñaba en el templo; y nadie le prendió, porque todavía no había llegado su hora. 

21 Entonces les dijo de nuevo: Yo me voy, y me buscaréis, y moriréis en vuestro pecado; adonde yo voy, vosotros no podéis ir.   

22 Por eso los judíos decían: ¿Acaso se va a suicidar, puesto que dice: «Adonde yo voy, vosotros no podéis ir»?   

23 Y Jesús les decía: Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros sois de este mundo, yo no soy de este mundo.   

24 Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados. 

25 Entonces le decían: ¿Tú quién eres? Jesús les dijo: ¿Qué os he estado diciendo desde el principio? 

26 Tengo mucho que decir y juzgar de vosotros, pero el que me envió es veraz; y yo, las cosas que oí de Él, estas digo al mundo.   

27 No comprendieron que les hablaba del Padre.  

28 Por eso Jesús dijo: Cuando levantéis al Hijo del Hombre, entonces sabréis que YO SOY y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo estas cosas como el Padre me enseñó.   

29 Y El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo, porque yo siempre hago lo que le agrada.   

30 Al hablar estas cosas, muchos creyeron en Él. 

31 Entonces Jesús decía a los judíos que habían creído en Él: Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos;   

32 y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. 

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1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation⁠⁠

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⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠paulino.solorzano@gmail.com⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠⁠