Esta es una pregunta muy válida para los que ya comenzamos a caminar con
Dios en el crecimiento espiritual. ¿Quién no desearía sentir en su
corazón la ternura y el amor de Dios? Pienso que todos lo deseamos
aunque unos más y otros menos.
Muchas
veces Dios muestra una deferencia especial con los principiantes; a
esos les hace sentir su amor y su gozo cuando recién conocen de Dios
por medio de una predicación, o de un libro espiritual o de un retiro; De repente son como arrebatados
en este gozo hermoso que les hace no desear nada más en esta vida
que seguir a Dios y comenzar una relación íntima con él. A estos
arrebatos les llamo yo la conquista de Dios, o como le llamaba el
profeta Jeremías “la seducción de Dios” Jer. 20, 7.
Pero
esta conquista de parte de Dios al igual que el enamoramiento de los
novios es solo temporal, si nos entregamos a él y lo seguimos dentro
de no mucho tiempo comienza a desaparecer, y entonces como le pasaba
a San Juan de la Cruz, nos quedamos suspirando y anhelando por el
amado que pareciera que nos enamoró
y luego nos abandonó.
Sin
embargo, Dios nunca se ha ido, es solo que la vida no es para vivir
en arrobamientos espirituales, si estos pasaran siempre no haríamos
nada en la vida, ni trabajaríamos y ni comeríamos siquiera por
estar en ese enamoramiento y arrobamiento con Dios.
Esto no
quiere decir que ya nunca voy a experimentar los gozos de Dios, sino
que es tiempo de vivir y trabajar con Jesús y para Jesús; tiempo de
caminar por la puerta angosta (Mt 7, 14), tiempo de tomar la cruz y seguirle, (Mt.15, 24).
Pero hay
algo que quiero que meditemos el día de hoy: NO PODEMOS DESEAR
SENTIR EL AMOR DE DIOS SI NO LE DAMOS PRIMERO EL NUESTRO.
Los
amantes de Dios no se fijan tanto en lo que Dios les da a ellos
cuanto en lo que ellos le quieren dar a Dios. Sus gozos te vendrán
cuando Dios lo decida pero te llegarán como una sorpresa porque no
los estabas esperando; tu esfuerzo y misión es el hacerle feliz a él
no recibir regalos de él.
Hoy te
invito a pedirle a Jesús el amor suficiente hacia él que te haga
pensar más en su felicidad que en la tuya, en su plan de vida para
ti que en el tuyo, y en servirle a él más que ser servido.
Nuestro
modelo a seguir es Jesús que tenía su mirada y su corazón
constantemente enfocados en su Padre Dios, no quería hacer su
voluntad sino la del Padre celestial: Mat 26:42
De nuevo se apartó por segunda vez a orar: "Padre, si esta copa no
puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu
voluntad.
BLA
Jesús no quería que le sirvieran sino más bien servir: Mat 20:28
Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino
para servir y para dar su vida en rescate por una multitud.
DHH
Y
la oración de San Francisco dice bellamente: “Señor, que no
busque ser amado sino yo amar”, ¿a
quién mejor que a Dios debiéramos aplicar esta oración en
primer lugar?…
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