Listen

Description

Jesucristo:

1. Hijo, ahora te enseñaré el camino de la paz y de la verdadera libertad.

El Alma:

2. Háblame Señor, que me alegra mucho de oírlo.

Jesucristo:

3. Procura, hijo, hacer antes la voluntad del superior que la tuya. Escoge siempre tener menos que más. Busca siempre el lugar más bajo, y está sujeto a todos los que te pone Dios para guiarte. Desea siempre, y ruega que se cumpla en ti enteramente la divina voluntad. Así entrarás en los términos de la paz y descanso.

El Alma:

4. Señor, este tu breve sermón contiene mucha perfección en sí. Corto es en palabras, pero lleno de sentido y de copioso fruto. Que si lo pudiese yo fielmente guardar, no entraría en mí la turbación tan fácilmente.

Mas Tú que todo lo puedes, y buscas siempre el provecho del alma, dame gracia más abundante para que pueda cumplir tu doctrina, y hacer lo que importa para mi salvación.

Oración contra los malos pensamientos.

Señor, Dios mío, no te alejes de mí; ayúdame por favor, pues se han levantado contra mí varios pensamientos y grandes temores que afligen mi alma.

¿Cómo saldré sin daño? ¿Cómo los desecharé?

Haz, Señor, como lo dices, y huyan de tu presencia todos los malos pensamientos.

Esta es mi esperanza y única consolación, acudir a Ti en toda tribulación, confiar en Ti, invocarte de veras, y esperar mis consuelos solo de ti.

Úneme a Ti con el vínculo inseparable del amor; porque Tú solo bastas al que te ama, y sin Ti todas las cosas son despreciables.

Capítulo XXIV: Cómo se ha de evitar la curiosidad de saber las vidas ajenas.

Jesucristo:

Hijo, no quieras ser curioso, ni tener cuidados impertinentes. ¿Qué te va a ti de esto o de lo otro?

Sígueme tú. ¿Qué te importa que aquel sea tal o cual; o que este viva o hable de este o del otro modo? No necesitas tú responder por otros, sino dar razón de ti mismo. ¿Pues por qué te ocupas en eso? Mira que yo conozco a todos; veo cuanto pasa debajo del sol, y sé de qué manera está cada uno, qué piensa, qué quiere, y a qué fin dirige su intención. Por eso se deben encomendar a Mí todas las cosas; pero tú consérvate en santa paz, y deja al mal portado hacer lo que hace. Sobre él vendrá lo que haga, porque no puede engañarme.

No te preocupes de tu autoridad y gran nombre, ni de tener muchos amigos, ni del  amor particular de los hombres. Porque esto causa distracciones y grandes tinieblas en el corazón. De buena gana te hablaría mi palabra, y te revelaría mis secretos, si tú esperases con diligencia mi venida, y me abrieses la puerta del corazón. Está apercibido, y vela en oración, y humíllate en todo.