Jesucristo:
Hijo, necesitas ser más fuerte y prudente amador.
El Alma: ¿Por qué, Señor?
Jesucristo: 3. Porque por una contradicción pequeña, fallas en lo comenzado, y buscas la consolación ansiosamente.
El constante amador está fuerte en las pruebas, y no le cree a las persuasiones engañosas del enemigo.
El buen amador me ama tanto en las prosperidades como en las adversidades. No solo cuando le va bien sino especialmente cuando le va mal. Confía completamente en mi.
El discreto amador no considera tanto el don del amante, sino el amor que él le da a Dios.
Antes mira a la voluntad que a la merced; y todos los regalos de Dios los estima menos que al amado, o sea a mi.
El amador noble no descansa en el don, sino en Mí sobre todo don.
Por eso, si algunas veces no sientes tanto amor porMí o pormis Santos tanto como quisieras: no está todo perdido.
Aquel tierno y dulce afecto que sientes algunas veces, obra es de la presencia de la gracia, y gusto anticipado de la patria celestial, sobre lo cual no se debe preocupar unomucho, porque va y viene.
Pero pelear contra las perturbaciones del ánimo que a veces vienen, o desecharla sugestión del diablo, es señal de virtud y de gran merecimiento.
No te turben, pues, las imaginaciones extrañas de diversas materias que te ocurrieren.
Guarda tu firme propósito y la intención recta para con Dios.
Y no te sorprendas si alguna vez eres arrebatado a lo alto y luego vuelves a la rutina acostumbrada de las emociones y el corazón.
Estos eventos no dependen de ti, y debes dejarlo todo a la voluntad de Dios.
Entiendeque el enemigo siemprese esfuerza para impedir tu deseo en el bien, y apartarte de todo ejercicio devoto, como es honrar a los Santos, la piadosa memoria de mi pasión, la útil contrición de los pecados, la guarda del propio corazón, el firme propósito de aprovechar en la virtud.
Te trae muchos pensamientos malos para disgustarte y atemorizarte, para desviarte de la oración y de la lección sagrada.
Al enemigo le desagradamucho la humilde confesión; y si pudiese, haría que dejases de comulgar.
No le creas, ni hagas caso de él; aunque muchas veces te arme lazos para seducirte.
Cuando te traigapensamientos malos y torpes, atribúyelos a él, y dile: Vete de aquí, espíritu inmundo; avergüénzate, desventurado; muy sucio eres, pues me traes tales cosas a la imaginación.
Apártate de mí, malvado engañador; no tendrás parte ninguna en mí; mas Jesús estará conmigo como invencible capitán, y tú estarás confundido.
Más quiero morir y sufrir cualquier pena que condescender contigo.
Calla y enmudece, no te oiré ya aunque más me importunes. El Señor es mi luz y mi salud. ¿A quién temeré?
Aunque se ponga contra mi un ejercito, no temerá mi corazón. El Señor es mi ayuda y mi Redentor.
Pelea como buen soldado; y si alguna vez cayeres por flaqueza de corazón, procura cobrar mayores fuerzas que las primeras, confiando de mayor favor mío, y guárdate mucho del vano contentamiento y de la soberbia.
Por eso muchos están engañados, y caen algunas veces en ceguedad casi incurable.
Sírvate de aviso y de perpetua humildad la caída de los soberbios, que locamente presumen de sí.