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Algo esencial del cristianismo es cambiar de vida; el recibir de Dios una vida nueva por nuestro compromiso con él.

Y hay dos tipos de cambio de vida: Uno radical, que hacemos cuando no conocíamos a Cristo y lo conocemos y nos decidimos a seguirlo.

Y otros cambios de renovación periódicos.  Estos segundos son los que los que ya estamos siguiendo a Cristo tenemos que hacer continuamente.

Para que se den estos cambios periódicos tenemos que hacer seguido revisiones de nuestra vida Cristiana, de nuestro seguimiento de Cristo. Aquí entran los retiros personales o en la comunidad; los dos son necesarios. Es como el ir al salón de belleza a darnos una buena arreglada de pelo, cortarnos las uñas, hacernos arreglos faciales, etc. No lo hacemos todos los días pero sí debemos hacerlo periódicamente.

Es por eso que los seguidores de Cristo constantemente estamos renovando nuestra vida, mejorándola, haciéndola más bella para Dios. Dándole mantenimiento.

Entonces podremos decir con San Pablo Romanos 8: 1 Así pues, ahora no hay ya ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús,[b]

Rom 8:2porque la ley del Espíritu que da vida en Cristo Jesús te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte.

Y nos preguntamos. ¿Qué hizo que fuéramos liberados de la condenación merecida por nuestros pecados? ¿qué hizo que fuéramos salvados? La respuesta es: Jesús que con su muerte pagó por mis pecados y nos abrió las puertas del cielo a todos los arrepentidos que lo hemos aceptado y hemos comenzado una vida nueva con él; y aunque somos imperfectos, nos mantenemos firmes y perseverantes en ella.

Rom 8:3Porque Dios ha hecho lo que no pudo hacer la ley de Moisés, que era incapaz de hacerlo a causa de la debilidad humana:[d]Dios envió a su Hijo en la misma débil condición del hombre pecador[e]y como sacrificio por el pecado,[f]para de este modo condenar al pecado en la propia debilidad de nuestra condición.

Rom 8:4Y lo hizo para que podamos cumplir lo que la ley exige, pues ya no vivimos conforme a la naturaleza del hombre pecador sino conforme al Espíritu.