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Es bello cuando hago un recuento de mi vida y veo todas las gracias y bendiciones que Dios me ha dado desde mi infancia. Luego aparecen también los momentos tristes y dolorosos de mi vida. Y es allí cuando decido verlos como lo que fueron: un paso difícil para llegar a un lugar mejor. Una oportunidad que Dios permitió para aprender y crecer y tener la experiencia para en el futuro ayudar a otros que estén pasando o hayan pasado por algo semejante; algunas veces esas experiencias dolorosas fueron para corregirme, mejorar, fortalecerme...

y cuando veo mi vida desde la perspectiva de dios de pronto mi vida me parece bella, y las “tragedias” que me pasaron me doy cuenta que Dios las utilizó para ofrecerme cosas mucho más grandes, veo también la acción de Dios corrigiendo mis errores, rellenando mis baches, bendiciendo mis logros, haciéndome mejor, hasta llegar a donde estoy hoy. Y el hoy pude ser bello o feo dependiendo si he aceptado vivir con Dios o no.

¿Puedo seguir creciendo? claro que si. No lamentos, no tristezas, no dolores pasados queriéndolos revivir en el presente. El presente es lo que yo decida hacer de él. Y decido hacerlo bello porque decido tener a Dios en él.  Renuncio a todos mis males y tentaciones, a todo aquello que me aparta de la paz, la alegría, el gozo de Dios.

¿Y qué viene después? pues la gloria eterna, la casa celestial, el encuentro, el abrazo, las sonrisas sin parar con aquél que sé que me ama y mis seres queridos que partieron antes que yo y me está esperando con los brazos abiertos. Eso, una vida de gozo, alegría y eterna paz.

Y, después de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables. 1 Pedro 5:10

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.

2 Corintios 1:3-4

Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.  2 Corintios 4:17

sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza.  Romanos 5:3-4

Alégrense en la esperanza, muestren paciencia en el sufrimiento, perseveren en la oración. Romanos 12:12