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¿Estás cuidando la flor de la fe que Dios plantó en tu corazón? Hoy meditaremos sobre esto...

He visto que algunos hermanitos nuevos son un poquitos desesperados, y si no oyen algo interesante los primeros segundos de la grabación se van a buscar otra de inmediato. Así que comenzaré sin los 10 segundos de silencio para prepararnos que les pongo al principio.

Lo que si te digo es que si estás oyendo este grabación es porque el Espíritu Santo te invitó de alguna manera. Puede haberte aparecido el video en tu lista de búsqueda, o alguien te mandó el enlace, o ya lo escuchas todos los días; pero si estás aquí, dale la oportunidad a Dios de que te siga hablando a tu corazón.

Mucha gente no lo saben, pero la fe que Dios depositó en tu corazón a través de una educación religiosa que te dieron de chico o de grande, es muy frágil. Es como una flor bella y delicada que si la descuidas, si la dejas de regar con el agua de la oración y de abonar con las obras de Dios, si la sacas de su tierra donde Dios la plantó (una buena iglesia), esa planta se comienza a marchitar y muere.

He visto a muchísimas personas que un tiempo estaban muy devotos y asistían sin falta a la Iglesia todos los domingos, algunos hacían oración y servían en la iglesia.  Un día por razones simples decidieron no ir a Misa o dejar de orar, le dieron más importancia a otras personas o cositas mundanas diciendo, el próximo domingo iré, luego lo repitieron otra vez y después les dio flojera volver a entregarse a Dios y dejaron de orar y de asistir a Misa por completo. Algunos buscaron otra religión donde no les enseñaran a comprometerse con Dios y solo les invitaran a ser espectadores; les daban a entender que con que asistas 1 hora a la semana basta, con que “cumplas” con Dios es suficiente. El domingo en la Misa predicamos sobre eso, sobre los que corren la carrera con Jesús y los que se conforman con ser espectadores. Solo los corredores que terminan la carrera recibirán el premio de amigos íntimos de Dios en la vida eterna.

No todos entienden que con Dios podemos todo y sin El no podemos nada. Nada que valga la pena.

Habacuc3:18 yo seguiré alegrándome en Yavé, lleno de gozo en Dios, mi Salvador.

Hab 3:19 Dios, que es mi Señor, es mi fuerza el da a mis pies la agilidad de un venado y me hace caminar por las alturas.

Como vemos en nuestro crecimiento espiritual, ser un verdadero cristiano no es cuestión de creer sino de vivir. Escuchemos a San Pedro en su carta:

1Pe 3:10 En efecto,  "el que quiera amar la vida y pasar días felices,  guarde su lengua del mal y sus labios de proferir engaños.

1Pe 3:11 Apártese del mal y haga el bien;  busque la paz y sígala.

1Pe 3:12 Porque el Señor mira con buenos ojos a los que buscan el bieny sus oídos están atentos a sus oraciones,  pero mira con indignación a los que hacen el mal."