En la clase de crecimiento espiritual de los viernes en Tustin CA
veíamos esta semana sobre los problemas y miedos de Jesús.
Uno de
ellos se manifestó con su ida al desierto a orar con ayuno por 40
días.
Pienso yo
que Jesús fue llevado por el Espíritu Santo a este retiro largo
porque tenía mucho miedo de comenzar su misión, sabía del
sacrificio que llevaba su entrega a la Misión que el Padre le había
pedido.
Fue allí en el desierto donde tuvo que recibir la fuerza del Padre y la luz y
tomó la decisión de finalmente aventarse a su ministerio.
Durante
esta lucha interior no faltó el enemigo que quería convencerlo de
llevar mejor una vida tranquila y holgada. ¿para qué entregarse al
ministerio si podía mejor vivir una vida de tranquilidad? ¿para qué
tanto esfuerzo si todo mundo vivía de una manera diferente? “mejor
vive como todo el mundo, busca el dinero, los placeres, las
posesiones y disfruta la vida” era la invitación muy convincente
del diablo.
Y mientras el diablo le hablaba al oído, su padre callado lo observaba y
esperaba su respuesta y su decisión final.
Sí, Jesús tuvo muchos miedos, tristezas, corajes, y a veces desesperación.
Pero cada vez supo que lo mejor era seguir a Dios, no importa cuanto
te ofrezca el mundo o cuanto te cueste seguir a Cristo, no hay nada
mejor a corto y a largo plazo que entregarnos al servicio de Dios. El
pago y la recompensa de Dios son de duración eterna, no
gratificaciones temporales como las que los placeres mundanos te dan.
Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza. Salmo 56:3
El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple
mortal? Salmo 118:6
Ya te lo he
ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!
Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas. Josué 1:9
No tengan miedo, mi
rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre darles el
reino. Lucas 12:32
Al oír esto, Jesús
le dijo a Jairo: —No tengas miedo; cree nada más, y ella será
sanada. Lucas 8:50
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