Los malos nunca tienen alegría verdadera ni sienten paz interior; porque dice el Señor: No tienen paz los malos. Y si dijeren: En paz estamos, no vendrá ningún mal sobre nosotros: ¿quién se atreverá a ofendernos? No les creas, porque de repente se levantará la ira de Dios, y pararán en nada sus obras, y perecerán sus pensamientos.
Este es el final de los malvados, porque todo se paga en esta vida o en la otra. Todo tiene sus consecuencias.
No es dificultoso el que ama gloriarse en la tribulación; porque gloriarse de esta suerte, es gloriarse en la cruz del Señor. Breve es la gloria que se da y recibe de los hombres.
La gloria del mundo siempre va acompañada de tristeza. La gloria de los buenos está en sus conciencias, y no en la boca de los hombres.
Te has fijado que nunca es todo feliz y perfecto? Que vienen bienes y también males? Entonces cómo podemos vivir siempre en paz si comoquiera nos vienen males? La respuesta es: Teniendo a Dios en tu corazón el cual te da la fortaleza y la paz en medio de las dificultades y con mayor razón cuando no las hay.
El que desea la verdadera y eterna gloria, no hace caso de la temporal. Y el que busca la gloria temporal, o no la desprecia de corazón, señal es que ama menos la celestial. Gran quietud de corazón tiene el que no se le da nada de las alabanzas ni de las afrentas.