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Nos han enseñado desde niños que debemos vivir preocupados por las palabras de los demás, por las opiniones de los demás, a muchos desde niños nos amenazan con el “qué dirá la gente” o “va a decir la gente qué…”

En primer lugar, no te olvides que lo que nos debe preocupar es lo que diga Dios de nosotros, no los demás.

Pero a muchos, este miedo creado nos ha hecho esclavos de las opiniones sobre nosotros o de nuestra imaginación al creer que podrían decir algo de mi, o que ya dijeron, o  peor aún cuando nos enteramos que sí dijeron…

Los grandes sabios aprenden a oír los juicios de los demás sin darles ninguna importancia indebida.

¿Qué tengo que hacer cuando me entere que me criticaron y hablaron mal de mi? Bueno, si me entero qué dijeron, ver si hay algo de verdad en la crítica, y si lo hay, entonces en mi interior y desde la distancia agradecerles porque nos hacen ver lo que tenemos que mejorar o corregir.

Pero si veo que es mentira la crítica que me hicieron, entonces solamente reírme y hasta sentir lástima por la o las personas que lo dijeron porque no hacen más que expresar la maldad y los errores que traen dentro. Algunos actúan por un deseo de chismear y que alguien los oiga, otros por envidia o celos, y algunos otros por rabia o coraje.  En cualquiera de estos casos, son ellos los que están sufriendo sus emociones negativas y los que tarde o temprano cosecharán lo que siembran.

Hay algunos casos raros en que sí hay que confrontar a la persona que te calumnió pero ese es un tema para otro día.

Dice el libro Imitación de Cristo:

Capítulo XLVI: De la confianza que debemos tener en Dios cuando nos dicen injurias.

Jesucristo:

1. Hijo, está firme y espera en Mí. ¿Qué son las palabras sino palabras? Vuelan por el aire, mas no mellan una piedra. Si tienes culpa, determina enmendarte. Si no hallas en ti culpa, llévalo con gusto por Dios. Muy poco es el que sufras alguna vez siquiera malas palabras, ya que aún no puedes tolerar grandes golpes. Y ¿por qué tan pequeñas cosas te llegan al corazón, sino porque aún eres carnal, y miras mucho más a los hombres de lo que conviene? Porque temes ser despreciado, por esto no quieres ser reprendido de tus faltas, y buscas la sombra de las excusas.

2. Considérate mejor, y conocerás que aún vive en ti, el amor del mundo, y el deseo vano de agradar a los hombres. Porque en huir de ser abatido y confundido por tus defectos, se muestra hoy claro que no eres humilde verdadero, ni estás del todo muerto al mundo, ni el mundo está a ti crucificado. Mas oye mis palabras y no cuidarás de cuantas te dijeren los hombres. Dime: si se diere contra ti todo cuanto maliciosamente se pudiera fingir, ¿qué te dañaría, si lo dejases pasar y lo despreciases enteramente? Por ventura, ¿te podrías arrancar un cabello?