El instinto natural de los animales y de los humanos entre otras cosas, nos impulsa a buscar sobrevivir; a buscar comida y cosas para nosotros mismos. Y si para eso hay que arrebatar y almacenar aún a costa de los demás pues se hace por instinto natural.
Sin embargo, la enseñanza de Cristonos invita a ir más allá de nuestros instintos naturales. Los animales y las plantas no tienen razonamiento pero nosotros si. Ellos no pueden escuchar a Cristo pero nosotros si. Ellos están bien siendo animales naturales, nosotros somos invitados a pasar de simplemente ser humanos a ser personas espirituales; o sea personas que llevamos una relación viva y directa con la raíz de nuestro Espíritu que es Dios.
Jesús nos invita a hacer cosas que nos elevan mucho más allá que los instintos naturales. Es por eso que nos dice cosas como: Ama a Dios por sobre todas las cosas (eso incluye por sobre mi mismo y mis seres queridos); luego nos dice, ama al prójimo como a ti mismo, esto también no es natural porque el instinto me dice que debo amarme primero a mi y luego si me sobra, darle a los demás, o primero yo y después los demás. Luego Jesús también me dice: “perdona a los que te han ofendido y ora por tus enemigos”, tampoco esto va con mis instintos naturales que me dicen: cobra venganza, desquítate, contéstale etc.
En un momento de nuestra vida tenemos que decidir: ¿Voy a seguir mis instintos naturales? ¿O voy a seguir a Dios?
Escuchemos lo que nos dice el libro: Imitación de Cristo:
Capítulo XXVII: El amor propio nos desvía mucho del bien eterno.
Jesucristo:
1. Hijo, conviene que lo des todo por el todo; y no ser nada de ti mismo. Sabe que el amor propio te daña más que ninguna cosa del mundo. Según fuere el amor y afición que tienes a las cosas, estarás más o menos ligado a ellas. Si tu amor fuere puro, sencillo y bien ordenado, no serás esclavo de ninguna cosa.
No codicies lo que no te conviene tener. No quieras tener cosa que te pueda impedir y quitar la libertad interior. Entrégate a Mí desde lo íntimo del corazón, con todo lo que puedes tener o desear.
2. ¿Por qué te consumes con vana tristeza? ¿Por qué te fatigas con superfluos cuidados?
Sométete a mi voluntad, y no sentirás daño alguno. Si buscas esto o aquello, y quisieres estar aquí o allí por tu provecho, y propia voluntad, nunca tendrás quietud, ni estarás libre de preocupaciones; porque en todas hay alguna falta, y en cada lugar habrá quien te ofenda.
3. Y así, no cualquier cosa alcanzada o multiplicada exteriormente aprovecha; sino más bien la despreciada y desarraigada del corazón. No entiendas eso solamente de las posesiones y de las riquezas; sino también de la ambición de la honra, y deseo de vanas alabanzas, todo lo cual pasa y muere con el mundo.