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Es verdad que la mayoría de la gente del mundo viven o vivimos “desconectados” de Dios.

La narración de Adán y Eva por algo se la inspiró Dios a los primeros escritores de la Biblia.

Es una narrativa totalmente contemporánea y válida para los humanos de toda la historia.

Dios nos crea por amor, quiere tener una familia en sus hijos de la tierra. Nos dio un mundo maravilloso para vivir en él y disfrutarlo cuidándolo también. Quiso desde un principio tener una amistad íntima contigo y conmigo, y no solo quería que fuéramos criaturas sino hijos suyos además de amigos íntimos.

Al igual que Adán y Eva, cuando fuimos creciendo nos fuimos apartando de este plan maravilloso de Dios. A algunos ni siquiera se les habló de Dios cuando eran niños, a otros sí pero de una manera muy imperfecta donde les enseñaron a tenerle miedo a Dios o les dieron una teología muy defectiva que no tiene ni siquiera lógica y cuando se educaron vieron que eran enseñanzas incongruentes; y a algunos otros les hablaron bien de Dios y por un tiempo vivieron con Dios pero luego las tentaciones de la serpiente, los atractivos del mundo los separaron de esa relación tan bella que tenían con Dios. Solo unos pocos reciben a Dios y continúan durante su vida amándolo y siguiéndolo hasta la muerte que no será muerte para ellos sino vida gozosa y eterna junto a aquél a quien más han amado en esta vida.

Los que se han apartado de Dios han aceptado una vida de pecados. No siempre pecados graves pero muchos pecados aceptados que son como lastres, como piedras pesadas que no nos dejan elevarnos hacia Dios.

La buena noticia es que Dios no se cansa de esperar. No siempre nos va a buscar pero siempre va a esperar al pecador golpeado y arrepentido que vuelva a él.

Pero lo que tenemos que hacer es darnos cuenta de nuestras vidas desviadas del plan de Dios, reconocer nuestro pecados, arrepentirnos como el hijo pródigo y volver a él y arrojarnos a sus brazos de padre amoroso.

Ve cómo empezó Juan Bautista y Jesús a predicar esto cuando vinieron:

Mat 3:1 Por aquel tiempo se presentó Juan el Bautista en el desierto de Judea.

Mat 3:2 En su proclamación decía: "¡Vuélvanse a Dios, porque el reino de los cielos está cerca!"[1]

Mat 3:3 Juan era aquel de quien Dios había dicho por medio del profeta Isaías:

"Una voz grita en el desierto:

'Preparen el camino del Señor; ábranle un camino recto. '

Y JESÚS QUE COMENZÓ A PREDICAR ASÍ

Marcos 1:14 Después de que encarcelaron a Juan,  Jesús se fue a Galilea a anunciar las buenas nuevas de Dios.

Mar 1:15 "Se ha cumplido el tiempo --decía--.  El reino de Dios está cerca.  ¡Arrepiéntanse y crean las buenas nuevas!"