Sabiendo esto, nos damos cuenta que cualquiera de nosotros puedes ser santo; porque no necesitas ser perfecto y ni siquiera espiritualmente fuerte; más bien necesitamos ser humildes y reconocer que necesitamos de Dios para que él nos asista. Y el lo hará con todo el que se muestre humilde ante él.
3. Ten buen ánimo, y alístate para trances mayores. Aunque te veas muchas veces atribulado, o gravemente tentado, no por eso está ya todo perdido. ¿Cómo podrás tú estar siempre en un mismo estado de virtud, cuando le faltó al ángel en el cielo, y al primer hombre en el paraíso? Yo soy el que levanta con entera salud a los que lloran y traigo a mi divinidad los que lloran y a los que conocen su debilidad.
San Pablo se reconocía débil y pecador. Nosotros sabemos que fue un gran santo y apóstol predicador y fundador de comunidades Cristianas, y sin embargo, él se consideraba tan débil y vulnerable, sabía que necesitaba de Dios y sin él no podía hacer nada.
Reconoce que tenía una debilidad (aunque no nos menciona cuál era) y le pidió a Dios que se la quitara; veamos lo que Dios le contestó.
Pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.2 Corintios 12:9
Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Romanos8:26