En el Padre Nuestro le pedimos a Dios que no nos ponga en tentación, ese es el lenguaje original del Padre Nuestro. Pero el problema es que nosotros solos muchas veces nos ponemos en las tentaciones. Vamos a lugares donde seremos tentados con diferentes cosas. Para unos la tentación es las drogas, para otros el alcohol, para otros el sexo, para otros la comida en exceso, y así sucesivamente.
Nos dicen los maestros de Vida Espiritual: “Evita las ocasiones de pecado”. Si yo ya se que al ir con cierta persona, este/a me va a tentar o llevar a lugares de tentación, entonces para que veo a esa persona? Más bien debo pedir a Dios la fuerza de voluntad para alejarme de esa mala amistad. O si yo ya se que tengo la debilidad de comer pan cuando no debo, tal vez hasta el doctor me lo prohibió, y cuando voy a la tienda a propósito paso por la línea del pan, ¿para qué me pongo yo solo en la tentación donde probablemente voy a caer? Mejor ni paso por esa línea y sobre todo, debo ir de compras recién comido, porque si voy cuando traigo hambre, se me antoja todo y termino comprando de más.
Si alguien tiene o ha tenido en el pasado un problema con el alcohol, para que mantener botellas en la casa queriéndose hacer uno el fuerte y el valiente? Tal vez muchos día no caiga uno, pero basta un día en que uno ande débil e voluntad o emproblemado o estresado para que caiga uno en la tentación y entonces será muy difícil salir del hoyo.
Hay un refrán que aunque no está en la Biblia es consecuente con las enseñanzas bíblicas, y dice el refrán: “Dios dice, ayúdate que yo te ayudaré”.
Y no nos dejes caer en tentación, sino líbranos del maligno. Mateo 6:13
Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. Mateo 26:41
Dichoso el que resiste la tentación porque, al salir aprobado, recibirá la corona de la vida que Dios ha prometido a quienes lo aman. Santiago 1:12
Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción.1 Timoteo 6:9