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¿Por qué Dios permite las tentaciones?

Todos somos tentados de diferentes maneras, así es este mundo, una lucha constante por no caer en nuestras debilidades y tentaciones.

Alguien puede preguntar ¿Y porqué no elimina Dios toda tentación? ¿no sería más fácil ser santo si no hubiera tentaciones? La respuesta es: NO. Porque es precisamente en la lucha contra las tentaciones que le demostramos nuestra fidelidad y nuestro amor a Dios; es precisamente en esa lucha que nos hacemos santos. El verdadero amor se demuestra en el esfuerzo por el ser amado. El amor implica lucha y autovencimiento. Y Dios prefiere que le demostremos que lo amamos aunque a veces caigamos en las tentaciones más que el que nunca cayéramos en ninguna pero no le demostráramos ningún amor.

Por otro lado. Las luchas y las tentaciones nos purifican y son las que nos mantienen vivos y fuertes los músculos de nuestro cuerpo espiritual. Sin fortaleza espiritual seríamos unos títeres que cualquiera movería, y el primer interesado en moverte a su conveniencia es el diablo.

Otro beneficio de las tribulaciones es que nos hacen humildes y apegados a Dios. Nos hacen o volver a él o no despegarnos de él.

Es por eso que llevamos tentaciones y luchas en esta vida.

Veamos qué nos dice el libro Imitación de Cristo sobre este tema en esta forma de oración en la tribulación:

Esta oración vale tanto para cuando somos tentados como para cuando estamos pasando por una dificultad en nuestras vidas.

Capítulo XXIX: Cómo debemos llamar a Dios y bendecirle en el tiempo de la tribulación.

El Alma:

1. Sea tu nombre, Señor, para siempre bendito, que quisiste que viniera sobre mí esta tentación y tribulación. Yo no puedo huirla; sino que necesito acudir a Ti, para que me ayudes, y me la conviertas en provecho.

Señor; ahora estoy atribulado, y no le va bien a mi corazón; sino que me atormenta mucho esta pasión. Y ¿qué diré ahora, Padre amado? Rodeado estoy de angustias. Sálvame en esta hora. Mas he llegado a este trance, para que seas Tú glorificado cuando yo esté muy humillado y seré librado por Ti. Dígnate, Señor, librarme; porque yo, pobre, ¿qué puedo hacer, y a dónde iré sin Ti? Dame paciencia, Señor, también en este trance. Ayúdame, Dios mío, y no temeré por más atribulado que me halle.

2. Y entre estas congojas, ¿qué diré ahora? Hágase, Señor, tu voluntad. Bien he merecido yo ser atribulado y angustiado. Aún me conviene sufrir; y ¡ojalá sea con paciencia, hasta que pase la tempestad y haya bonanza! Pues poderosa es tu mano omnipotente para quitar de mí esta tentación, y amansar su furor, porque del todo no caiga; así como antes lo has hecho muchas veces, Dios mío, misericordia mía. Y cuanto para mí es más difícil, tanto es para Ti fácil esta mudanza de la diestra del Altísimo.

Escuchemos la palabra de Dios:

1Co 10:13 Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla.

1Co 10:14 Por eso, mis queridos hermanos, huyan de la idolatría.

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