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¿Te has preguntado eso
alguna vez? ¿no habrá algo que estamos haciendo mal y por eso no podemos salir
del hoyo?

 

Es común que tengamos la
misma debilidad durante toda la vida, lo que no es común es que estemos cayendo
en ella o en otra constantemente. Una cosa es ser tentado y otra cosa es
aceptar el pecado o vivir esclavizado a él.

 

Hasta el mismo San Pablo
se quejaba de caer en ello a veces y reconocía cuán débil es nuestra carne.

Rom 7:15  No entiendo lo que me
pasa,  pues no hago el bien que
quiero,  sino lo que aborrezco, el mal
que no quiero.

 

Lo que nos pasa muchas
veces es que queremos combatir al enemigo y sus tentaciones con nuestras
propias fuerzas, no nos damos cuenta de que solo Dios puede vencer al enemigo y
liberarnos de sus cadenas. Arrepiéntete de tus pecados, pídele su ayuda y deja
que la gracias de Dios, la persona de Jesús sea quien te libere, tú nadamás no
te pongas en lugares ni en ocasiones de pecado o tentación, mantente obediente
y sumiso al Señor, ora y practica el bien y el amor; y verás cómo Dios te
libera de caer en esas tentaciones, en ese mal que por tanto tiempo te ha
asediado. Dios es inmensamente más grande que el enemigo y que nuestras
debilidades.

 

El deseo de Dios es bañarnos
con su Espíritu Santo y que no solo no caigamos en las tentaciones sino que con
nuestras palabras y nuestro ejemplo proclamemos su vida santa y su Reino en
dondequiera que estemos.

Act 2:17  'Sucederá que en los últimos
días, dice Dios,

derramaré mi Espíritu

sobre toda la humanidad;

los hijos e hijas de ustedes

comunicarán mensajes proféticos,

los jóvenes tendrán visiones,

y los viejos tendrán sueños.