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La mayoría de las veces: Reírte.

No hay más que dos maneras en que me pueden criticar:

1.- cuando es mentira lo que dicen de mi. Y entonces me doy cuenta que no le debo dar importancia y que si me afecta es porque tal vez tengo mucho ego, lo cual debo eliminar para poder ser libre y humilde y poder crecer con Dios.

Y 2 Es cuando lo que dicen de mi es cierto. Y entonces me están haciendo un favor porque por un lado me están destruyendo mi ego y por otro lado dando luz para saber qué cosas debo mejorar o cambiar en mi vida.

La mayoría de las críticas traen un poco de los dos. Me toca a mi separar y discernir.

Pero para la persona espiritual la crítica no debe afectarle, como se dice de nuestra gran maestra Santa Teresa de Jesús cuando una monja fue a avisarle que la gente del pueblo con críticas le estaba destruyendo su honra; Santa Teresa volteó hacia la monja y (me imagino que con una cara entre risueña y fastidiada) le contestó a la monja: “¿Honra? Ni la tengo… y mal haya el tiempo en que tuve alguna…

Eso es lo poco o nada que le importa a los Santos que hablen mal de ellos.

Capítulo XXXVI: Contra los vanos juicios de los hombres.

Jesucristo:

1. Hijo, pon tu corazón fijamente en Dios, y no temas los juicios humanos cuando la conciencia no te acusa.

Bueno es, y dichoso también padecer de esta suerte; y esto no es duro al corazón humilde que confía más en Dios que en sí mismo. Los demás hablan de más, y por eso se les debe dar muy poco crédito. Y también complacer a todos no es posible. Aunque San Pablo trabajó en contentar a todos en el Señor, y fue para todos; sin embargo, no le importó el ser juzgado por el mundo.

2. Mucho hizo por la salud y edificación de los otros trabajando cuanto pudo y estaba de su parte; pero no se pudo librar de que le juzgaran y despreciaran muchas veces. Por eso lo encomendó todo a Dios, que le conoce todo, y con paciencia y humildad se defendía de las malas lenguas y de los que piensan vanidades y mentiras, y las dicen como se les antoja. Y también respondió algunas veces, para que no se escandalizaran algunas almas débiles en verle callar.