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Tener todo renunciando a algo, disfrutar todo no apegándome a nada, saborear todos los manjares sin hartarme con uno, oler todos los perfumes dejándolos irse cuando se vayan, saborear la vida dejándola ser y no queriéndola cambiar…

Cuando ves todas las flores del campo las gozas todas sin poseer ninguna. Cuando cortas una, esa es tu todo, pierdes a las demás y te quedas con esta que tristemente pronto se marchita. Con tu posesión la mataste antes de que tuviera que morir. Ningún amor mundano es para siempre y todos te encadenan.  No es que necesariamente sean amores malos, es que el amor puro no encadena y si es el amor divino, tampoco es exclusivo, es más bien universal.

Desde que nacemos somos egoístas; una de las primeras palabras que aprendemos es MÍO, MINE, y una de las primeras acciones es posesionarnos de algo como un juguete y no querer compartirlo con los demás…

Se nos hace gracioso cuando lo hace un bebé, pero qué feo que nunca se les eduque al crecer y sigan siendo egoístas toda la vida y cada vez más y con más cosas…

Francisco de Asís era un joven rico que lo tenía todo; dinero, placeres, fiestas, amigos, borracheras…  y no era feliz, se sentía incompleto y por más que quería llenarse de cosas más vacío se sentía.  Fue cuando se decidió por fin a dejar todo por Dios que por primera vez sintió que todo era de él, comenzando por Dios mismo.  Por primera vez se sintió lleno, satisfecho, libre, inmensamente feliz y sobre todo: Enamorado como nunca jamás lo había estado. Y su amado era Dios, era Jesús.

Jesús llamó a sus apóstoles a experimentar el amor divino, el amor que se desapega de todo para amar y servir a todos. Los apóstoles dejaron todo por seguirlo a él y entonces pudieron saber lo que era amar a todo el mundo.

Mat 19:27Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte. ¿Qué recibiremos?"

Mat 19:29 Jesús contestó:todo el que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o propiedades por causa de mi Nombre, recibirá cien veces más y tendrá por herencia la vida eterna.

Dice Imitación de Cristo: Una cosa debes desear, y es que, en vida o en muerte, sea Dios siempre glorificado en ti.